martes, 22 de enero de 2013

El estrés afecta el desarrollo de los niños.

El desarrollo saludable de los niños puede ser afectado por la activación excesiva o prolongada de los sistemas de respuesta al estrés en el cuerpo, con efectos negativos en la salud adulta, con enfermedades como el cáncer, asma y depresión  Un estudio difundido por la academia estadounidense de pediatría (AAP) define la existencia de 3 tipos de respuestas al estrés  positiva, tolerable y toxica, como efectos de los sistemas del cuerpo a la reacción de un evento estresante o la experiencia misma. La investigación coordinada por Sara B. Johnson, de la escuela de medicina Johns Hopkins, en Baltimore, se refiere en especifico a la respuesta toxica, que tiene en los niños efectos negativos sobre el aprendizaje, la conducta y la salud durante toda su vida. Destaca que aprender a lidiar con la adversidad es parte importante del desarrollo de los niños sanos, sin embargo, cuando sus cuerpos se ven amenazados se preparan para una respuesta aumentando las hormonas, como el cortisol, que producen aumento de frecuencia cardíaca,  presión arterial y estrés  Cuando los sistemas de respuesta al estrés de un pequeño se activan en un entorno de relaciones de apoyo con los adultos, los efectos fisiológicos se superan y lo traen de vuelta a la normalidad, pero si la respuesta es extrema y de larga duración  y no existen esas relaciones armoniosas, el resultado puede ser un daño para toda su vida.
El llamado estrés positivo, es normal para el desarrollo saludable del niño, y se caracteriza por el breve aumento de la frecuencia cardíaca y elevaciones hormonales ante actividades o emociones pasajeras.
El estrés tolerable activa los sistemas de alerta del menor, son situaciones donde se involucran emociones fuertes y duraderas, como la perdida de un ser querido, casos en los que si existen las relaciones de protección por parte de los adultos, el niño logra recuperarse.
El estrés toxico ocurre cuando el niño enfrenta, sin apoyo adecuado de un adulto, una frecuente, fuerte y prolongada adversidad, como el abuso físico o emocional, exposición a la violencia, cargas acumuladas de problemas económicos familiares, entre otros. Este tipo de activación prolongada de los sistemas de respuesta al estrés puede perturbar el desarrollo del cerebro, debilitar otros sistemas de órganos  y aumentar el riesgo de enfermedades y deterioro cognitivo en la edad adulta.
"En la medida que el niño tenga experiencias adversas es mayor la probabilidad de retrasos en el desarrollo y problemas posteriores de salud, incluyendo enfermedades del corazón  diabetes, abuso de sustancias y depresión"
Debido a la complejidad de los sistemas de respuesta al estrés, los tres niveles no son clinicamente cuantificables, pero si una forma de categorizar la gravedad relativa de las respuestas a condiciones de estrés.
El informe presenta una visión general del estrés toxico, con un resumen sobre el desarrollo de la red neuroendocrino-inmune, como su función se ve alterada por la adversidad en los primeros años de vida, y como estas alteraciones aumentan posteriormente la vulnerabilidad a las enfermedades. Sugiere la valoración de los entornos infantiles de forma temprana, así como el funcionamiento de los sistemas biológicos  lo que ayuda a prever periodos críticos en el desarrollo. Advierte que cambios en los ambientes pueden mejorar los resultados. La AAP recientemente solicito a los investigadores pediátricos en biología molecular, genomica  inmunologia y neurociencia, convertirse en lideres en la ciencia del estrés a través del diseño de estrategias para construir una base solida con la cual se pueda enfrentar, con el fin de que los niños tengan una vida saludable. La academia reconoce que las relaciones familiares estables y amorosas pueden proteger a los menores de los efectos perjudiciales del estrés toxico, pero cuando no existen es importante que los amigos y comunidades intervengan, así como los servicios y programas médicos que se ocupan de la fuente del estrés y las relaciones infantiles.

Fuente http://www.eluniversal.com.mx/notas/897511.html


viernes, 4 de enero de 2013

La criminologia y las muertes anunciadas.


 Por Rodrigo Codino *
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/subnotas/1-61436-2012-12-07.html
El marco de referencia de las investigaciones criminológicas de campo en América latina sigue siendo el emprendido por el Instituto Interamericano de Derechos Humanos bajo la coordinación del profesor E. Raúl Zaffaroni a principios de los años ’80. En ella participaron, representando a sus respectivos países, los criminologos y penalistas más importantes de la región, entre los cuales cabe destacar a Lola Aniyar de Castro por Venezuela, a Nilo Batista por Brasil, como también a los recordados miembros de la Corte Suprema de Justicia de Colombia salvajemente asesinados Emiro Sandoval Huertas y Alfonso Reyes Echandía.
El estudio sobre sistemas penales y derechos humanos concluyó a principios de los años ’90 con los resultados de una investigación que centró su atención en el derecho humano a la vida, más precisamente con la finalidad de determinar en qué medida y forma los sistemas penales lo afectaban y, para ello, se contó con datos oficiales, privados y de medios de prensa de nueve países de la región (incluyendo a nuestro país).
La hipótesis –que se confirmaría más tarde– mostraba que en esos años el derecho humano a la vida se veía afectado en forma exponencial por el accionar de personas que formaban parte de instituciones del Estado, con la particularidad de su alta frecuencia y que residía en un modo de ejercicio del poder que llevaban a cabo los sistemas penales de la región. Este fenómeno, que fue bautizado por Nilo Batista y E. Raúl Zaffaroni como el de las “muertes anunciadas”, eran las muertes que, en forma masiva y normalizada, causaba la operatividad violenta del sistema penal. Entre las víctimas de ese accionar podían encontrarse tanto a sospechosos de delitos ejecutados sin proceso como a presos, a testigos, a abogados e incluso a funcionarios considerados “molestos” por su lucha contra los abusos del poder.
Hoy en día, gracias a la consolidación del sistema democrático, el fenómeno definido como “muertes anunciadas” ha sido reducido en nuestra región, aunque las cifras siguen siendo inquietantes en algunos países.
En nuestro país, las muertes vinculadas con la operatividad violenta del sistema penal han retrocedido en forma considerable en virtud de una política de derechos humanos que se erige como política de Estado, aunque no puede soslayarse todavía una fuerte preocupación por la violencia institucional representada por numerosos casos de gatillo fácil o de muertes carcelarias.
No obstante los avances reseñados en materia de derechos humanos en los últimos años, nuestro país sigue careciendo de investigaciones criminológicas de campo respecto de las muertes violentas en todo nuestro territorio.
El Instituto de Investigaciones de la Corte Suprema de Justicia de la Nación dio a conocer en estos días un informe estadístico sobre la conflictividad violenta en supuestos de homicidios dolosos consumados en la ciudad de Buenos Aires y en 19 partidos de la provincia de Buenos Aires en el año 2011.
La muestra, que abarca un universo de más de cinco millones y medio de habitantes, indica que no estamos en presencia de cifras alarmantes de muertes violentas en relación con las de la región (la tasa de homicidios en el territorio estudiado se eleva a 6,57 sobre 100 mil habitantes en una población estimada –según el último censo– en 5.669.578 habitantes, mientras que en otros países la misma tasa se eleva a dos dígitos).
Tampoco puede sostenerse, conforme a la estadística señalada, que los 373 homicidios cometidos en esas jurisdicciones tengan como móvil preponderante la comisión de delitos contra la propiedad que ocasionan la muerte, como pareciera desprenderse de las noticias difundidas por los medios de comunicación masivos, es decir, por parte de la llamada criminologia mediática que construye una realidad –principalmente mediante imágenes–, señalando insistentemente al robo como el principal factor de estas muertes.
De los datos de la investigación realizada surge al menos un núcleo problemático de mayor envergadura que los demás y que requiere la atención del conjunto de políticas públicas. Se trata, pues, de las muertes violentas producidas con motivo de discusiones, riñas, ajuste de cuentas o venganza, entre personas conocidas y que tienen lugar fundamentalmente en los sectores más vulnerables de la población.
Las cifras de homicidios en estas circunstancias son verdaderamente significativas en la totalidad del territorio objeto de estudio y parecen vislumbrar un fenómeno de una masividad por demás preocupante en villas o asentamientos de la ciudad de Buenos Aires y del conurbano bonaerense, en donde se concentra una gran parte de la población en condiciones de extrema precariedad.
La protección del derecho humano a la vida requiere entonces que la criminologia de campo vuelque sus esfuerzos a analizar minuciosamente por qué estas muertes se producen más en estos lugares que en otros, principalmente entre personas que se conocen entre sí, o sea, tratar de penetrar en las causas que hacen a que los conflictos interpersonales se resuelvan de la manera más violenta entre gente conocida en determinados lugares pues, como reiteradamente se ha dicho, no se puede prever lo que no se conoce.
Creemos que una criminologia para los derechos humanos no puede dejar de alertar cuándo algunas muertes pueden estar transformándose en “muertes anunciadas”, es decir, en muertes masivas y normalizadas, más aun, cuando las causas de esta violencia parecieran tener su origen en un sistema social excluyente.
Según la obra de Gabriel García Márquez, Santiago Nasar necesitaba tan sólo de algunos segundos para salvarse, pero no le alcanzaron para proteger su vida pues los roles de víctima y de victimario estaban previamente definidos, incluso el de toda la sociedad, ya que ésta sabía que su muerte ocurriría de todos modos.
En nuestra sociedad, en cambio, sería imposible afirmar que las muertes violentas a las que hicimos alusión irremediablemente ocurrirán, pero tenemos fuertes sospechas de que seguirán produciéndose en la medida en que parte de su población continúe siendo excluida. Esto último parece no ser ficción sino pura realidad.